En su interior late un novelista genial queriendo salir a luz.
Usted lo sabe, nosotros lo sabemos.
En su mente escribe brillantes relatos, se le ocurren las mejores historias: situaciones y personajes vibrantes de los que atrapan al lector y no lo sueltan hasta que termina el libro.
Ya lo tiene casi todo: el argumento, los protagonistas, incluso el desarrollo de la trama.
Pero entonces llega el momento de plasmarlo en papel y sus manos… ¡ay, sus manos!
Las geniales historias se convierten en frases torpes y divagaciones que acaban en la papelera del ordenador.
Y luego están las distracciones.
Pareja e hijos que reclaman atención, obligaciones varias que cumplir, la necesidad de ganarse el pan de cada día.
En su mente comienza además una lucha entre el genio creativo y el gorila perezoso saboteador.